domingo, 31 de enero de 2010

Poema extraño

Dos es la esencia de las esquinas,
tres el número de la eternidad,
el más grande pez tiene cientos de espinas,
los números, ¿pueden decir siempre verdad?

La tragedia es un trágico lamento,
la comedia, cómica diversión,
tanto el bueno como el mal momento
es tiempo para la reflexión.

Y esto termina en un suspiro,
este extraño poema acaba ya.
Así que, sin más, me piro.

ED-BS

a

viernes, 29 de enero de 2010

¿Qué es la poesía? (minirrelato)



La poesía es el mejor medio para expresar sentimientos. Es mediante esta herramienta como mejor se puede uno desinhibir de ese manto que oscurece las palabras y las convierte en simples manchas sobre el papel o sobre la pantalla. Y es gracias a ella como uno se conoce a sí mismo.

domingo, 24 de enero de 2010

Decisión femenina

En la vida hay que tomarse algunas cosas con calma. A veces una tiene la impresión de que todo a su alrededor es de una realidad tan cruel que decide olvidarse de ello, lanzarse a un abismo de locura. Eso es lo que estuve a punto de hacer, es lo que quería hacer.
Siempre fui una niña rarita. Eso me decía todo el mundo, y lo entiendo. Hoy sigo siéndolo y, la verdad, me siento muy bien. Aunque haya veces en las que prefiero no existir, momentos que no merecen la pena, situaciones que es mejor no vivir. Hasta que se terminan, y entonces te inundas de una paz interior, como cuando, en la piscina, estás tan a gusto dentro del agua que te da pereza salir.
Hay un tipo de personas que me sacan de mis casillas. Estas se dedican a disfrutar de todo lo que les es posible y, sin embargo, nunca les pasan cosas malas. Y no es culpa suya, o tal vez sí, pero el hecho es que... les envidio. Yo siempre soy la que acaba mal. Siempre soy yo la tonta que acaba llevándose todos los marrones. Es un fastidio.
A veces me gustaría viajar al planeta de los libros, poder vivir mi propia fantasía, como protagonista de una historia nueva. A veces pienso que las cosas malas de los demás me afectan a mí, pero que nada de lo bueno recae en mí. Otras veces no me doy cuenta de todas las cosas buenas que me suceden, porque me ahogo en la inmensidad de mis penurias.
Pero no son tantas. No soy tan pringada. Solo que me lo parece.
Por eso he decidido empezar a tomarme las cosas con calma. No voy a ser una tonta ya. Ahora me comportaré como es debido.
Ahora buscaré un objetivo y lucharé por conseguirlo.

martes, 19 de enero de 2010

El cambio

Le dijo adiós al perdón y a los recuerdos mientras daba la mano al olvido para cerrar así el acuerdo. Había hecho un pacto con el olvido, algo peor que un pacto con el diablo. Y se había comprometido a olvidar, a no recordar jamás. Su forma de pensar cambiaría, al igual que su forma de actuar. Ya no sería la misma persona, sería diferente. No sería mejor, ni peor. Simplemente diferente.
Había tomado la decisión de cambiar. Había decidido empezar una vida nueva. Una vida en la que ya no le preocuparían esas cosas sin sentido. Se olvidaría de todas ellas, pues eran cosas de una vida pasada. Porque ya pertenecían al mundo del pasado. Y quería vivir en el mundo del futuro.
No pensaba tampoco en lo que le dirían los demás. ¡Qué más les dará! Los demás son objetos del pasado. Había que olvidar el pasado. Había que olvidarse de los recuerdos. Y del perdón. No puedes perdonar cuando ya has olvidado. No puedes perdonar algo que no has hecho tú, porque has cambiado y no eres otra persona. Ahora no era el mismo ser humano que antes. Ya no podía perdonar.

lunes, 11 de enero de 2010

Casius y el concierto eterno

Era viernes, un viernes lluvioso y frío del mes de noviembre. Casius, un grupo de rock con talento pero sin reconocimiento, ensayaban en una vieja y oscura sala de ensayo de menos de doce metros. En una esquina se amontonaban decenas de latas de cerveza barata vacías y aplastadas. Una sola bombilla desnuda iluminaba tenuemente a los integrantes del grupo y sus modernos instrumentos. Las paredes estaban repletas de pósters de Slipknot, Iron Maiden y Metallica, entre otros. Unos grandes amplificadores de más de veinte años tapaban una de las paredes laterales.

La formación de Casius no era muy amplia: Cervan, guitarra eléctrica; Arci (el de Hita), bajo; Juan Manuel (el Juanma), batería; el encargado de cantar era Berceo.

Siempre ensayaban en esa oscura sala, pues, al no tener “mucha pasta” para alquilar una en condiciones, Arci le había pedido a su tío que se la prestara, pues antes había sido su cuarto trastero.

Eran las tres o las cuatro de la madrugada y el ambiente de la sala no podía ser peor. Mientras Arci tocaba sin ningún ritmo las gruesas cuerdas de su bajo, el Juanma estaba echado en su sillín de la batería, con una cerveza en la mano y los pies sobre el bombo. Berceo, por su parte, había dejado el micrófono a un lado y escuchaba música en su mp3, sentado en el suelo y apoyado en una de las paredes. El único que se lo tomaba en serio era Cervan, que intentaba componer algún riff que quedara bien con la melodía y con las quintas que habían decidido que utilizarían en su nueva canción. El sonido que despedía su amplificador podía decirse que no era del todo ruidoso. No tocaba mal la guitarra, desde luego.

Esa noche ya no podían ensayar más. No pasaba nada, ya ensayarían al día siguiente. A eso de las cuatro salieron del pequeño cuarto y se dirigió cada uno a su casa. Cervan llevaba en su cabeza el ritmo de esa nueva canción. Le había pedido a Berceo que cambiara un poco la letra de la canción que tenían entre manos. Era mejor que rimase.

Cervan, al llegar a su casa, se echó sobre la cama. Vale, no era una estrella del rock, pero esa canción que estaban componiendo sí que podía llegar a ser un éxito. Sólo necesitaban conseguir que algún bar de la ciudad les dejase dar un concierto. Pero no habían tenido esa suerte todavía. Aunque la verdad era que sus anteriores maquetas no eran muy buenas.

Como por arte de magia, Cervan se sumió en un profundo sueño.

Estaba en lo alto de un escenario, con una Gibson Les Paul entre las manos. Ante él, miles de personas saltaban y gritaban esperando que comenzase el concierto para poder llenar sus almas de la esencia del rock. Cervan miró a los lados y pudo ver a sus compañeros de grupo. El concierto parecía estar a punto de empezar.

—¡Buenas noches! —La voz de Berceo se amplificó de manera ensordecedora e hizo que el público enloqueciera—. Este concierto... —la gente del público gritaba “Casius” sin parar—, no lo vais a olvidar.

De pronto a los lados del escenario empezaron a explotar cientos de fuegos artificiales y Cervan comenzó a tocar esa nueva canción. Pero... la gente dejó de saltar y se formó un silencio muy incómodo para Cervan. Las cientos de personas que había en el público le abucheaban y le recriminaban. Cervan no pudo más que parar de tocar mirar, confuso, a sus compañeros. ¿Cómo era posible que a la gente no le gustara su canción?

Se despertó sobresaltado y miró el despertador que tenía a un lado. Ya eran las tres de la tarde. Se levantó de la cama y se fue a la ducha. Mientras las gotas de agua caían por su cuerpo, pensó en su sueño.

“La canción...”, pensaba. “La canción no es el problema. La gente es el problema”. Y luego añadió para sus adentros: “Quizá no pedimos la ayuda a quien debemos”.

Esa misma noche, se lo comentó a sus compañeros.

—Siempre rezamos antes de ensayar, ¿verdad? Pues no sé si vosotros, pero creo que Dios está pasando de Casius. Creo que deberíamos pedir ayuda al Diablo.

Los compañeros del grupo accedieron y esa misma noche, hicieron la plegaria a Satanás. A la mañana siguiente, todos presentían que había pasado algo raro durante la noche, pero ninguno recordaba qué era.

Cuando ensayaban, una terrible voz les llamó. Era Satanás, que había escuchado su propuesta.

—Os daré un concierto multitudinario, algo que nadie podrá olvidar nunca, pero, a cambio, vosotros tocaréis para mí en el Infierno.

Ellos asintieron encantados.

El concierto en la Tierra fue un éxito.

Y, desde entonces, tocaron en el Infierno para siempre.

domingo, 3 de enero de 2010

A la mierda todo

Hoy voy a empezar de cero. Hoy voy a vivir de otra manera.
Y a los demás, que os zurzan.
Ya me he jodido demasiado.
En algo más de dos meses he sufrido más que todo lo que había sufrido en toda mi vida.
Y ¿sabes qué?
Ya no.
Ya no más.
Partir de cero, eso voy a hacer. Para que este dolor cambie su composición por algo nuevo.