sábado, 11 de octubre de 2008

Caída


Siento que me caigo, que no puedo más.
Me duele todo: la cabeza, los músculos...
Y caigo. No puedo evitarlo.
Caigo, sin remedio.
Miro hacia arriba, veo vuestras caras.
Caras serias que me miran desde lo alto.
Allí, a lo lejos.
Intento agarrarme a algo, pero no puedo.
Todo a mi alrededor es negro.
Y blanco.
Y no existe nada a mi alrededor.
Pero sigo cayendo.
Y me miráis desde arriba, serios.
Cómo me gustaría morir...
Pero no, sigo cayendo en esta interminable caída.
La agonía que recorre mi cuerpo, mis venas, mi alma... ese dolor...
Me siento vacío.
Mi alma ya no está.
No, mi alma sí está, lo que no está es otra cosa.
¿Qué es eso que ahora me falta?
Son recuerdos...
Ya no recuerdo nada.
No sé quién soy.
No sé qué soy.
Pero hay algo que sí sé.
Que caigo.
Y que no puedo hacer nada.
No me puedo agarrar a nada.
Y sigo cayendo.
Joder, cómo me gustaría dejar de caer.
Quisiera estar muerto.
Preferiría estar en el Infierno que aquí.
Esto sí que es un infierno.
Pero sigo cayendo...
Veo vuestros cuerpos ahí arriba, cada vez más alejados.
Y os dais la vuelta.
¿Por qué me dais la espalda?
Siento que llego al final, que ya no queda más.
Noto cómo mi cuerpo se calienta.
Sangre en la boca.
Olor metálico, olor a muerte, a putrefacción.
Sí, me estoy muriendo.
Pero no veo una luz, sólo esta jodida espiral interminable.
Y, en un momento dado, dejo de sentir.
Siento que sólo me queda un suspiro...
Que muero...
Me despierto de golpe.
Sólo ha sido una pesadilla.
Malditas espirales, sólo me llevais al Infierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario