domingo, 12 de abril de 2009

Pienso en música


Pienso en música. Pienso en palabras. Pienso en la orilla del mar. Pienso en la brisa. Pienso en literatura.
Pienso en una obra maestra, en una novela escrita en prosa para ser leída en verso. Una novela real, una novela de terror, una lectura incesante, una noche y muchas muertes.
Mi libro será así, al menos así lo imagino. Es un proyecto en construcción, un legado al que dejar mi vida. No creo que deba contar qué narra, pues yo mismo lo desconozco. Ríos de tinta y de sangre, escritos sin sentido que fluyen por agua y viento. No sé. No llevo ni cien páginas.
Pensé en un principio que era fácil comenzar un proyecto como este. Terminarlo es lo más difícil.
El cielo se cierra a mi paso y quiero volar, las alas se derriten, las ilusiones desaparecen y caigo, caigo para siempre en una espiral eterna de giros incesantes, donde la vida no deja de ser lo que es en la vida real. No es un sueño. Ya no es un sueño, es una realidad que se va formando por un lado y destruyéndose a su paso por el otro, a mayor velocidad. Todo se derrumba, la vida se destruye, llega la muerte, la desesperación, el final...
Sigo pensando en música, es lo único que me calma.
Voy a tener otra guitarra. Una Epiphone Les Paul de segunda mano.
Pienso en música y en literatura.
Mi libro no llega a tener cien páginas. Es como una pelusa debajo de la cama, cerca de la pared, en la esquina, donde nadie puede encontrarla pero que aún así ensucia la habitación. Es un deseo en construcción que destruye al resto de deseos. Es un sueño despierto. Es una espiral hacia el Infierno.

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