viernes, 17 de octubre de 2008

El gato negro


Era mi obsesión, mi único amigo.
Yo era por entonces tomado por loco, pues ya estaba viejo, y nunca había sido un hombre sociable.
No tenía amigos. Ni estaba casado ni nada por el estilo.
Vivía en una gran casa, un chalet gigante en las afueras, al que se llegaba por un camino de arena.
Las noches eran frías, incluidas las de verano, y me gustaba salir y dar paseos nocturnos.
En una de esas noches, que eran para mí tan apacibles, conocí al que fue mi mejor amigo.
Era un gato negro, salvaje, cuyos amarillos ojos brillaban en la noche.
Fue durante un paseo en una noche de luna llena.
Iba yo por el camino de vuelta a casa cuando noté que alguien me seguía.
Al volerme vi que se cruzaba un gato negro.
No soy supersticioso, y tampoco lo era entonces, pero eso me pareció extraño.
Al mirarlo, parose y dirigiose a mí con su mirada felina.
Y eso fue amor a primera vista, no amor sexual, amor de amistad.
Y creo que él lo entendió igual, porque desde entonces no se había separado de mí.
Hasta aquel día, hace hoy veinte años, en el que me dejó.
Fue muy triste, de veras, pero tuve que hacerlo.
Me entraba hambre y no tenía comida, cualquiera hubiera hecho lo mismo que yo en mi lugar.
Lo decapité, primero, y bebí su sangre, pues tenía sed.
Luego comí sus tripas.
Estas imágenes no se me quitan de mi cabeza, y eso que fueron hace veinte años...
Y ya era viejo entonces...
Ya no me queda nada de vida, puede ser hoy mi último día...
Lo es...
Siento una convulsión, el corazón deja de latir...
Y pasa por última vez por mi mente un recuerdo de aquel gato negro.
Mi mejor amigo...
Caigo en una espiral.
Muero..., como él murió por mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario