sábado, 13 de diciembre de 2008

Sábado


Cierra los ojos... Imagina que es de noche.
Está oscuro, pero si miras hacia arriba ves la luna llena, y te sientes a gusto.
Miras a tu alrededor. Miras dando una vuelta alrededor tuyo. ¿Qué es lo que ves?
Ves nubes, ves cielo, ves la oscuridad de la noche, y ves un pájaro.
Un pájaro blanco, que vuela hacia tí.
Pero distingues que hay algo más, algo que te cuesta diferenciar en la oscuridad. Aguzas la vista para fijarte mejor. ¿Qué es? Sí, es otro pájaro. Un pájaro negro, quizás un cuervo.
Y ves que también se acerca a tí.
Y ves que lleva más ventaja que el blanco. Y que se acerca a tí velozmente.
Ya no está lejos, ya le puedes ver los ojos, las plumas, el pico...
Y el blanco se queda atrás, intentando combatir contra el oleaje de la noche, batiendo las alas contra la corriente de nubes, haciendo todo lo que puede para poder salvar los obstáculos de la vida...
El cuervo se está acercando más y más a tí, casi piensas que ya te va a tocar, que va a llegar a tu cara, que con sus patas te va a arañar, a rasgar, a romper la piel, a llevarse tus ojos, a comerse tus labios...
Pero no, por alguna extraña razón no llega a tocarte. Se acerca lo máximo posible, cada vez más, pero sin llegar a tocarte.
Porque tú, que ahora estás frente al ordenador, leyendo esto, tiendes a infinito. Porque a tí no se te puede llegar a tocar. Eres de otra dimensión. Eres de otro lugar, y no te culpo.
Sé que no existes aquí, que sólo eres el resultado de mis sueños, de mi imaginación. Sé que en realidad nada existe, que todos, que todo, es fruto de la mente, que todo es mentira.
No existes. Pero tampoco existe el cuervo que se acercaba a tí; y tampoco existe el pájaro blanco (quizás era una paloma); tampoco existe la pantalla del ordenador que estás mirando; tampoco existe la vista; tampoco existo yo.
Nada existe, todo es sueño. La vida es sueño, y los sueños, sueños son.

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