viernes, 9 de enero de 2009

Nieve


Se ha cumplido lo que estaba escrito:
El sol lucía brillante sobre los montes nevados produciendo un sentimiento de calor que no llegaba a calentar pero que sí incrementaba esa sensación de bienestar que se siente cuando uno se queda de frente ante él. Las calles estaban nevadas pero en la calzada se veían las huellas de los coches que habían pasado por allí dejando su rastro sobre la nieve que había caído durante la noche. Los árboles, desnudos de hojas, estaban vestidos con una fina capa de nieve que los cubría. Las farolas de la calle, apagadas, sostenían sobre sus cabezas pequeños montones de nieve que se derretían de vergüenza al sentir que el gran ojo del cielo les miraba intensamente. El cielo, de un azul celestial, estaba contento, pues no presentaba ningún tipo de síntoma de tener ganas de ponerse a llover lágrimas de agua o nieve, no tenía nubes.
No se ha cumplido del todo, porque hoy el cielo sigue tan nublado como siempre lo ha estado mi vista, pero, aparte de eso, se ha cumplido la escritura. Mi escritura.

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