viernes, 23 de enero de 2009

Un momento


Me desperté otra vez más a las cuatro de la madrugada. Había dormido esas cinco horas que necesitaba y no volví a acostarme esa noche, lo mismo que hice las noches anteriores de después del Período.
Era el Período lo que había producido esos cambios en mí, pero había cambiado todo y a todos. Había sido un momento, pero había sido suficiente. El Período fue algo irracional, algo sin sentido, pero fue. Fue y nos cambió.
Dicen que el mundo es un jardín ameno. Pero erran con amargura. Primero, porque después del Período ya no queda ningún jardín en el mundo. Segundo, porque no hay nada ameno ya. Y eso hace que los cambios que se produjeron tras el Período sigan cambiando a la gente, día a día, hasta el último día.
Esa noche, a las cuatro, volví a levantarme de la cama para dirigirme a la ventana. Volví a abrirla como lo había hecho todos los días anteriores y aspiré profundamente una bocanada de contaminante aire contaminado. Tenía poco oxígeno, pero nuestros cuerpos ya se habían acostumbrado a respirar casi dióxido de carbono. Aún así, el resto de contaminantes que había en el ambiente de mi casa no se difuminaba con el aire contaminado de fuera. Era una atmósfera caliente, pesada, fuerte.
Esa noche volví a mirar por la ventana, dirigiendo mi mirada a un cielo cubierto de nubes. No eran nubes naturales, eran nubes de contaminación. Y esa noche volví a buscar la Luna tras esas nubes negras que cubrían la bóveda del cielo. No la encontré.
Es que había pasado todo en un momento, un pequeño instante había convertido lo que era un jardín ameno en un... robot gigante. Era tan simple que parecía imposible. Había sido un segundo, un momento de nada, pero el Período había cambiado la vida por completo. Y la Tierra no duraría ya mucho más.
Nosotros, los humanos, ya no somos como lo éramos antes. Yo ya soy anciano, pero a mis doscientos treinta y cuatro me conservo bastante bien. Si lees esto en el pasado te puede parecer extraño. No lo es tanto si tienes en cuenta los altos niveles tecnológicos de estos tiempos y la alta investigación que se hizo en la terapia génica con ADN mitocondrial. Podríamos decir que ya no sufrimos ninguna de las enfermedades que provocan la vejez que nuestros antepasados tuvieron.
Somos más duraderos, sí, pero ya no nos importa la Tierra. Nos lo cargamos. Y no es que yo sea un defensor de la naturaleza, si ya no queda nada, solo que quiero poder vivir algunos cuantos años más. Tras el Período me siento mucho más vivo, pero veo que el mundo se viene abajo. Todo se ha muerto ya, menos las personas. No queda naturaleza, solo quedamos nosotros. Bueno, nosotros y las máquinas.
Y pensar que solo fue un momento... Un momento que lo cambió todo. Hasta cambió el tiempo. Ya no funcionan los relojes normales. Ya un segundo no se mide según la duración correspondiente a la transición entre los niveles del isótopo 133 del átomo de cesio. Ya no hay segundos que valgan. El tiempo se acelera y se ralentiza, según le apetezca. Ha cobrado vida propia desde el momento del Período.
Un momento puede cambiar la vida. ¿Podrá cambiar la tuya?

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