domingo, 1 de marzo de 2009

Último día


Vivimos angustiados en el placer cotidiano de nuestra vida común y típica. Si nosotros somos lo único que queda ya en la Tierra, ¿qué será de los árboles del monte y de los animales de la selva?
Escucho cómo se quema el bosque.
Me acuerdo de la otra época, de cuando las ranas croaban y los perros ladraban; de cuando el viento movía las hojas de los árboles y los marineros navegaban en barcos de madera.
Escucho el crepitar de las hojas bajo el fuego.
Es cierta esa historia que se cuenta en las pequeñas aldeas del sur. Dicen que hubo un hombre sabio, un hombre extremadamente sabio, el cual, al enamorarse de una joven y bella mujer cayó en la tentación y murió. La historia fue la siguiente.
Era un hombre de pocas palabras, pero desde que tubo capacidad de pensar advirtió al resto de que su raciocinio era su arma más potente. Sus facultades intelectuales eran admiradas por todos, pero su capacidad de ser social era menor que la de cualquiera que estuviera a su lado.
Se descubrió que su ADN poseía características diferentes al del resto de las personas de aquél momento. Fue el primero de nustra generación. El primer hombre de nuestra raza.
Si te preguntas por qué te cuento esto espera a que te de la respuesta.
El olor a quemado me duele hasta los pulmones.
Resultó un ser de otra especie animal, una especie superior a la de los humanos de esa época. Y por ser mejor todos quisieron ser como él. Le arrancaron células para crear clones, pero muy pocas de las operaciones salieron con buen pie. Entonces decidieron obtener parte de sus células madre para poder sacar órganos mejores y beneficiosos e implantárselos. Desde luego todas estas operaciones eran muy costosas y sólo los afortunados con más dinero podían pensar en mejorar sus cualidades.
Ahora que estamos aquí, tú y yo, somos los únicos seres humanos del planeta. Qué será de nosotros no lo sabe nadie. Qué nos depara el futuro puedo anticipártelo. Moriremos. Moriremos, sí. Y probablemente lo haga yo antes que tú. Por eso te pido que cuando haya muerto, me entierres en esta tumba que he guardado desde hace décadas. Iba a ser para un hijo mío, pero no he llegado a tener ninguno.
El aire del fuego me nubla la vista.
Si me dejaras pedirte un favor...
Quisiera poder hacer algo contigo antes de morir. Ya sé que es una petición muy arriesgada, pero te advierto: si quieres puedes decir que no.
Quisiera poder hacer el amor contigo una vez. Una sóla vez. Pero quisiera hacerte disfrutar. Quisiera fundirme en tu interior.
El fuego se acerca, las llamas y el humo nos dan su calor.
¿Aceptas? ¿En serio? 
Te quiero, quiero que sepas que te quiero.

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