miércoles, 31 de diciembre de 2008

Memorias de Olad


Había una vez un mundo en el que no había nada que separara el Cielo del Infierno, un mundo en el que el final del uno era el comienzo del otro y donde seres como tú aún no existían. Nadie sabe nada de ese mundo, no hay ningún tipo de fuentes que traten de él ni ninguna ciencia que lo estudie, así que esta es la primera vez que se os comunica su existencia. Ahora yo soy el Único que queda de lo que fue ese mundo y pronto ya no quedará nadie. Ese es el motivo por el cual escribo por primera vez de Olad, mi querido y olvidado secreto.
Al principio el Olad reinaba la paz, pues no había nada y el vacío lo inundaba todo. No existían la Luz ni la Oscuridad, la nada lo era todo y todo era nada. No intentaré describirla, pues no quiero errar como otros lo han hecho afirmando que era desoladora. Simplemente existía la nada o, mejor dicho, no existía nada.
Mucho tiempo después, por un motivo inexplicable apareció un conjunto de fuerzas que, interactuando entre sí, formaron el Caos. Y con el Caos apareció la Destrucción. Y la Destrucción fue acompañada de su hermana, la Creación, y así empezó todo. Tuvo lugar la Creación de Olad, un sinfín de sucesos que provocaron, varios milenios más tarde, el retroceso y la Destrucción.
No hay datos escritos que relaten la Creación de Olad, pero basándome en historias que se contaban cuando aún existía Olad, voy a recopilar los posibles hechos creando un posible principio creíble.
Cuentan antiguas historias que en Olad aparecieron antes los ángeles que los Demonios, que los demonios surgieron de un primer Ángel Oscuro. Yo soy descendiente directo de Él, al que todo el mundo conocía como Zaíd, pero no voy a escribir sus memorias, de eso ya se encargó Él, lo que pretendo es explicaros cómo se creó Olad.
No se podría decir que en Olad hubiera vida, pues no había muerte. Sólo se puede hablar de vida cuando se puede hablar, no de la falta de ella, si no de la pérdida de ella misma.
Pues bien, tras esos sucesos que he llamado Creación aparecieron las dos partes de Olad, el Cielo y el Infierno. Después, debido a las interacciones entre las fuerzas de Olad, se formó la primera criatura, un ser diminuto e indefenso que fue lo que fuimos todos los habitantes de Olad. Me explico. Ese primer individuo empezó a crecer y se dividió en dos. Y cada uno creció y se dividió en otros dos, y, así, se formaron miles de seres como el primero y que, como él, también ellos se dividían en dos.
Todos ellos vivían en la parte del Cielo, y lo hacían en paz y armonía. Pero en una de esas divisiones un fallo genético debido a la no separación de un cromosoma en la división de uno de esos individuos dio lugar a un ser diferente a los demás. Al contrario que el resto, este ser no tenía la piel blanca ni las alas de plumas ni del mismo color. Su piel era roja, sus alas, más grandes de lo normal, no estaban formadas por plumas, sino que eran de escamas negras y de su cabeza emergían dos negros cuernos. Además tenía una cola del color de su piel que nacía al final de su espalda y acababa en forma de flecha.
Ese primer Demonio fue desterrado al Infierno junto con la otra criatura de esa división. Y resultó que en el Infierno no se podían dividir, iban a vivir sin descendencia y solos los dos hermanos. Pero a Zaíd se le ocurrió una idea: al ver que los cuerpos de Él y de su hermano eran diferentes pensó que esas diferencias debían tener alguna razón y decidió unirlos uniendo así los cuerpos suyo y de su hermano. Les pareció a ambos satisfactorio, pues Zaíd, al penetrar su órgano alargado dentro del orificio de su, digamos ya, hermana, sentía placer y ella, al ser penetrada sentía un placer más intenso aún que el de Zaíd. Sólo probaron esta técnica una vez porque, aun siendo gozosa, no obtuvieron resultados inmediatos, como esperaban. Mas fue a lo largo de los siguientes nueve meses cuando notaron algo extraño. El cuerpo del ángel (pues la hermana de Zaíd no tenía las mismas características que Él) había ido aumentando de tamaño y, al noveno mes, ésta empezó a expulsar por su orificio a una nueva criatura.
Con ellos dos comenzó lo que desde entonces fue (y sigue siendo) la forma más habitual para obtener descendencia. Desde entonces se diferenció a las dos criaturas participantes en este acto como macho y hembra, siendo macho el que penetraba y hembra el penetrado. Apareció también el género femenino.
Zaíd decidió dar nombre a su acompañante y a su descendiente. A ella la llamó Lilith, a su descendiente, Lucifer. A él mismo se llamó Zaíd. (Esta historia continúa...)

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