jueves, 27 de noviembre de 2008

Funeral

Era por la tarde. A las siete en punto. Y habíamos quedado todos en la puerta de la iglesia.
Era una iglesia grande. Tenía muchos ventanales, muy grandes.
Estuvimos un rato en la entrada, dando el pésame al resto de familiares.
Había mucha, muchísima gente.
Entré. Me situé en uno de los bancos más delanteros, el segundo, en el lateral derecho.
Estaba la iglesia llena. Sobre todo había ancianos. Casi todos lo eran: los hijos, los amigos...
Los demás eran nietos y bisnietos, entre los que yo me encontraba.
El sacerdote empezó la misa de forma aburrida y continuó así toda la ceremonia.
Yo llego a ser el muerto y no estaría contento con ese funeral. Fue un verdadero aburrimiento, con mucho respeto, pero con acierto.
Además, con la gran cantidad de viejos que había...
Incluso me entró un ataque de risa cuando una de las dos señoras que tenía delante se dio la vuelta para darme la paz y me dijo:
"La paz de Nuestro Señor Jesucristo esté contigo"
Pobrecilla. Casi me descojono en su cara, pero pude disimular.
Al finalizar, otra concentración en la entrada (o en la salida) de la iglesia.
Saludé a un par de parejas de ancianos que no conocía pero que, al parecer, me habían visto siendo un niño.
Me quedé un rato más entre la gente y, finalmente, me fui.

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