jueves, 22 de enero de 2009

Despierta

Está dormida.
Me parece que para siempre.
Ya no despierta.
Nunca lo hará.
Son tantas las cosas que vivimos juntos...
Pero ya se ha dormido.
Ya no hay vuelta atrás.
Todos tenemos que morir, unos antes, otros después, pero todos moriremos.
Y ella ya lo ha hecho.
Mírala, qué bella es... qué bella plebella.
Espera. Me parece que se ha movido.
No, está quieta.
Deben haber sido imaginaciones mías.
Recuerdo cómo nos conocimos, fue una situción bastante curiosa.
No creo que sea el momento de recordar buenos tiempos.
No es necesario hacer más dolor al daño de estar vivo sin querer estarlo.
Ella no merecía morir.
Pero ahora quien la mira soy yo, y parece fría.
Toco una de sus manos, está fría.
Poso mi mano sobre su frente, aún hay algo de calor en ella, pero no lo suficiente.
Es difícil este momento, pero hay que afrontarlo.
Y me lo repetiré mil veces: está muerta, está muerta, está muerta, está muerta.
Sí que lo está, no puedo hacer nada.
Está muerta, está muerta.
Y ya lo estará para siempre.
Muerta, muerta, muerta, está muerta.
Espera. No es imposible. No puede haber movido un poco los párpados.
Ha debido de ser una imaginación mía, las ganas de tenerla viva de nuevo.
Está muerta, no debo engañarme, está muerta.
No. Se mueve.
Sus ojos se han movido.
No puede ser, pero lo he visto.
Seguro, lo ha hecho.
Rápido, traigan a un médico.
Sí, venga, vamos.
Vamos, despierta.
Está viva, está viva.
Ha abierto los ojos.
Me ha mirado.
Está despierta.
Está despierta.

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