viernes, 24 de octubre de 2008

Sangre


Sangre roja, real
cae por mi mano.
La noto caer
pero no me duele.
Sé que está,
la veo y la huelo.
Pero no la siento,
no de dentro.
No es mi sangre.
No es de mi ser.
Por eso me duele
que en mi mano esté.
Es sangre limpia,
sangre pura,
de alguna princesa
que su vida busca
subida a algún árbol
mientras pasan las horas
y acabará sus días
perdida y sola.
Es la sangre suya,
esa sangre perfecta,
sangre de princesa
de reinos lejanos
donde los pobres
no existen,
ni tampoco sus amos;
donde la semilla
de algún álamo
se convierte de pronto
en una ramita
que crece despacio
hasta hacerse fuerte
y florece en un árbol;
de esos lugares
es la princesa
y de ella su sangre
que en mi mano
se deja caer
de ese color fresa
al oscuro precipicio
sobre el que está mi cabeza.
Y esa sangre me invita
a pensar: ¿quiero a la vida?
Si quiero su sangre,
que ella me agarre
al saltar desde arriba,
para no caer nunca
por esa espiral profunda,
debo pedirle perdón
porque lo merezco
porque lo quiero
y por su veneno.
.
.
EDBS

No hay comentarios:

Publicar un comentario