lunes, 7 de diciembre de 2009

El futuro

El futuro es incierto, tanto como lo es la razón. La vida da tantas vueltas que acabas desorientado y no sabes qué hacer. Tras una gran ilusión, viene la caída. Al menos eso es lo que dicen. A veces es mejor pensar que somos ángeles, que podemos volar sobre las cabezas de los hombres, reírnos de sus penurias, otras veces somos nosotros aquellos de los que los ángeles se ríen. Es complicado saber cómo se siente uno cuando está seguro de algo y le dicen que se está engañando. Pero el futuro no se puede averiguar, solo tú forjas tu propio destino.
Hay situaciones muy variadas, pero quiero comentar alguna. Por ejemplo, aquellos momentos que son tan especiales que parecen sacados de un sueño, pero que son reales, momentos que duran muy poco y que quieres que duren toda la vida. Esos momentos son ciertamente reales, pero nos hacen sentir que pronto nos despertaremos en nuestras camas, que no han pasado de verdad. Son de un aura tan mágica, fantástica, ilusoria... que no llegamos a creérnoslos.
Por otra parte están aquellos sueños que son tan reales que no llegamos a saber si han ocurrido o no, o hasta llegamos a pensar que en realidad han tenido lugar. Esta clase de momentos pueden ser confundidos con los otros, llegando a la situación de que momentos muy especiales se confundan y uno acabe mintiéndose a sí mismo, convenciéndose de que los que han tenido lugar eran simples deseos y que los sueños en realidad sí que existieron.
El futuro es fruto de nuestra imaginación. Hay personas a las que les gustan las historias reales, otros que disfrutan más de las fantasías. ¿Esto condiciona nuestras vidas? ¿Esto cambia nuestro futuro? Ojalá yo lo supiera, porque tengo muchos deseos que cumplir, y muchos sueños que hacer realidad. También he tenido momentos de ensueño, lo cual me ha hecho sentir vivo, vivo por dentro.
Las personas somos como llamas de fuego y el pasado son las cenizas. Cuando uno vive mirando en el pasado, su llama pierde fuerza y disminuye. A veces es mejor olvidar el pasado. Pero esto no significa deshacerse de los recuerdos. Cuando uno se deshace de sus cenizas siempre queda una marca, una mancha, un resto que nos recuerda al pasado. Eso son los recuerdos. Y hay que tenerlos en cuenta para que la llama sea más viva. Pero no podemos llenarnos de cenizas, el fuego se apagaría. Dejarías de ser una llama y te convertirías en un suspiro. Y los suspiros desaparecen en la inmensidad del aire y se funden con sus palabras. Ya lo sabes, olvídate de tus cenizas, hazlas a un lado, porque tu llama se está apagando. No te pido que limpies las manchas de las cenizas, ellas te protegerán, pero... sé una llama viva.

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