domingo, 15 de febrero de 2009

Odio a la gente...

Cada vez odio más a la gente. Ya no tengo ganas ni de salir a la calle a dar un simple paseo. No es que tenga miedo a la gente, es que la odio. Odio a todos por seguir modas y obligarse entre ellos a seguir otras.
Odio la gente por todo lo que hace, por todo lo que es. Me gustaría vivir en un mundo en el que sólo existieran animales y plantas. Que yo fuera el único ser humano. Aunque... no sé si soy humano.
Dicen que el ser humano es un ser social, por lo qu me excluye. No soy de la especie humana, no soy un ser humano. Pero, entonces... ¿qué soy?
Nada. No soy más que uno más de casi siete mil millones de personas que hay en el mundo. Aunque yo no sea persona, soy un pequeño ser de muchos millones más. Pero eso no me hace ser menos que todos los demás. Todos son igual de insignificantes que yo. Pero les odio.
No puedo dar motivos generales para afirmar que odio a la gente, pero lo hago. Y no por nada. No conozco a casi nadie, pero da igual. Odio a todos.
Odio ser un ser que vive en un mundo de muchos. Me gustaría que no hubiera nadie más, vivir en un mundo sólo, pero con lo necesario. Claro que... la gente debe servir para algo. Todo tiene su motivo, ¿no? Todo tiene su función, ya sea buena o mala.
Yo no he encontrado aún mi función, quizá sólo sea intentar alejarse del resto de la gente, intentar vivir sin socialización ni amistades, todo el día en casa, tocando música, estando frente la pantalla del ordenador, leyendo, escribiendo... Quizá esta sea mi función.
Odio la gente.
Odio estar acompañado.
Estaría mejor en una espiral hacia el Infierno.

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