lunes, 5 de enero de 2009

Fuego


Ilumina con su ardor,
ilumina oscuridad
con una brizna de calor
que hiela.
Es de colores cálidos
y sus fríos colores
que queman con
llamas heladas.
Pueden quemar
como largos dedos
afilados que rasgan
como luceros.
Su nombre es siempre
el mismo, de acero
todos le conocen
al fuego, fuego.
Me llena el interior
congenlándome
entero
y se ríe.
Se burla de mí
al abrigo de él
y me explica en ese
idioma de calor
que no le necesito
si es como el sol.
Yo ya lo siento cerca
y le respondo acalorado
que el sol no se acerca
a su frío calor helado.
Que el fuego no es más
que un sin fin de llamas
y no tiene remedio
si ya estás dentro.
El calor del fuego es
por siempre extraño
y sus largos brazos
son llamas menores.
El interior de su alma,
ese hueco en espacio
en el que yace su llama,
no exite en realidad.
Ni tú, ni yo, ni nadie.
En el mundo del fuego,
todos somos cenizas.
.
.
EDBS

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