jueves, 24 de septiembre de 2009

Encerrado


Bajo la intensa mirada,

De la luna amarilla,

Faltó el aire, una calada,

Un suspiro, una vida.

Con sentimiento en el alma,

Cabizbajo en mis enojos,

Valga el cielo y me dé calma,

Y me alumbre con tus ojos.

Una luz en tu pecho late,

Y en el mío una candela,

Mi amor por ti, a ti, me ate,

y así, por fin, prenderá mi vela.

En un acceso al temor del cielo

muero con la eternidad,

me hago uno en tu hielo

y en tu fuego soy verdad.

Silencio en la oscuridad

y amor en el ambiente,

si queremos amistad

antes debo empezar a quererte.


Fsk y ED-BS

domingo, 20 de septiembre de 2009

Soneto 7

Los hábitos del corazón son éstos:
latir, repartir sangre al cuerpo entero,
llevar las vitaminas, mensajero
de todo: de lo bueno y de los restos.

Lo meten todo en cajas, como en cestos,
y lo hacen sin decir ningún pero
porque es su trabajo y es certero
que para el cuerpo nunca son molestos.

Gracias al corazón vivimos todos
y gracias a él todos somos vivos
pues somos manos, dedos, pies y codos,

tenemos piernas, no somos olivos,
somos personas y, de todos modos,
todos en el mundo somos nativos.

ED-BS

jueves, 17 de septiembre de 2009

Último curso

Se podría decir que es hoy y no ayer cuando empieza el cole. Ayer fue el día de toma de contacto. Dos horitas y ya. Hoy empieza el curso de verdad. Y empiezo segundo de bachillerato. Es el último curso del colegio. Y hoy vuelvo a la rutina, desechándome del verano, arrancándome las costras de las vacaciones y viviendo la vida con la piel desnuda. Empieza el último curso. Espero que vaya tan bien como el anterior y, si es posible, mejor.

jueves, 10 de septiembre de 2009

La ciudad enferma

—Vale, entonces ¿qué hacemos? —preguntó el taxista, encolerizado.
El pasajero se calló un momento. Necesitaba pensar. No sabía qué hacer, todo era tan raro...
—Creo que debemos seguir; pero despacio, sin dar acelerones.
—¿Estás seguro?
Claro que el pasajero no estaba seguro. ¿Cómo iba a estarlo? Todo era tan siniestro de repente, se había convertido el mundo en una especie de pesadilla. No era normal que todos los vehículos menos ese taxi se hubieran detenido de pronto. No era normal ver a esa niña (joder, era una niña) atravesarse el cuerpo con una barra de metal, adrede, como haciendo un harakiri. Tampoco era normal (nada normal) que aquél hombre se hubiera desnudado en medio de la carretera, ni que caminara con un rollo de cinta aislante en la mano, saltando de coche en coche, rompiendo las lunas delanteras con los pies desnudos.
—Creo que sí. Pero despacio, muy despacio.
El taxi avanzó un par de centímetros y se detuvo de nuevo.
—Creo que esta delante —dijo el taxista—. Creo que el perro está delante.
El pasajero levantó un poco la cabeza para ver por detrás del capó.
—No lo veo.
—Seguiré un poco.
El taxista soltó lentamente el freno, sólo un poco. No quería arriesgarse demasiado. Temía por su vida. Era una situación de lo más extraña para él. Toda la gente parecía haberse vuelto loca. Todos los aparatos electrónicos habían dejado de funcionar. Los animales parecían rabiosos.
El taxi se detuvo, como si tuviera algo delante que impidiera el giro de las ruedas. El taxista pisó el frenó y miró al pasajero con cara de terror.
—Joder —susurró—. Creo que estamos pisando al perro.
—Mierda —dijo el pasajero con el mismo volumen de voz.
De repente, el coche empezó a moverse de lado a lado. Primero, despacio, pero, a medida que pasaban los segundos, el coche se tambaleaba a mayor velocidad.
—Joder, ¡hay que salir de aquí! —gritó el taxista.
—¡No! Fuera todo está peor. Si salimos nos matarán.
—Pero... Vamos a volcar —rechistó el taxista.
—¿Llevas puesto el cinturón? —preguntó el pasajero.
La pregunta sorprendió al taxista, pero respondió.
—Sí, ¿por qué lo pre...?
—Acelera, ¡rápido! —cortó el pasajero.
El taxista no tuvo tiempo para reaccionar; su pie derecho pisó fuertemente el acelerador. El taxi pasó por encima del cuerpo del perro que había estado allí momentos antes.
—Creo que hemos pasado por encima del perro —musitó el taxista.
—Calle y siga acelerando. Tenemos que huir de la ciudad. Todos están locos aquí. Debe ser algún virus o alguna enfermedad contagiosa; no lo sé. Pero tenemos que salir de aquí. Al norte. Y allí tomaré un avión. Sí. Viajaré al extranjero, al otro lado del océano.
—Yo iré con usted.
Y el coche se perdió en la oscuridad de la ciudad. Una ciudad que se había transformado y que nunca volvería a ser la misma. Una ciudad donde los seres humanos dejaron de ser seres racionales. Una ciudad con una peligrosa enfermedad. Una ciudad enferma y sola.

domingo, 6 de septiembre de 2009

[ o grabando ]


Es una oscura ciudad. Está deshabitada desde hace más de cincuenta años porque está separada del mundo... y por una antigua leyenda. Nosotros estamos aquí para ver los destrozos de la naturaleza. Aunque si hay algo extraño, esotérico o algo por el estilo... la cámara lo grabará todo.
Caminamos por la calle principal. Por ahora no hemos visto nada. Casas derumbadas, locales en ruinas... Todo está destruido, pero es que hace más de cincuenta años que nadie pasa por aquí. Mirad cómo son las calles. Está todo muy mal. Las farolas por los suelos... Me voy a agachar a ver... Sí, esto es sangre. Sin duda, es sangre. Mirad. Hey, Fred, graba aquí.
Esto deben ser los restos de algún animal de compañía. Un perro, a lo mejor. Joder... huele a muerto. Je, je, está muerto. Lleva más de cincuenta años muerto... ¡Qué asco! Vale, sigamos por aquí. Ahora todo empieza a estar más oscuro... Mi reloj marca las siete y cuarto. Ya se empieza a hacer de noche y aquí no hay luz artificial... Vamos a pasar la noche entera grabando. A no ser que nos pase algo, je, je...
O que despertemos a las almas de esta casa. Fïjate, Fred... Es una casa diferente. Ésta debía de ser una especie de iglesia... o algo. Quizás un ayuntamiento. Está todo echado a perder. A ver esta estatua... Oh, mierda, me he cargado el brazo. Bueno, no creo que el dueño se entere, je, je.
Fred, sígueme, vamos a entrar...
Enciende la visión nocturna, que aquí no se ve nada... Vale. A ver, espera que me acerque... Eso, pon la pantalla. Bien. Vale, ya veo. Sigamos.
Joder, ¿qué es eso? ¿Una cabeza? Dios, está muerta, Fred.
Al parecer no todos salieron de la ciudad. Algunos se quedaron dentro y murieron. Como ésta chica... Aunque sólo queda un esqueleto medio vestido de carne... Y este precioso vestido...
No se vé muy bien. Maldita visión nocturna, es una mierda.
Eh, Fred, déjate de jueguecitos... Fred, te he dicho que... Para, no me toques los cojo...
Coño. No eres tú. Entonces ¿quién...?
Ah... No, por favor, déjame. No quería molestarte...
No... No iba a hecerte daño... Pensaba que estabas...
Fred... ¡Fred! Ayúdame...
No, chica, estabas muerta... No puedes despertar...
¿Qué haces? No... Mis pantalones no... ¡Fred! ¡FRED!
No... Socorro... Por favor...
Estás muerta... No puedes hacerme esto...
No, por favor, no... ¡Nooooo!
¡Ahhhhhhhhhhhggggggg!