Había tomado la decisión de cambiar. Había decidido empezar una vida nueva. Una vida en la que ya no le preocuparían esas cosas sin sentido. Se olvidaría de todas ellas, pues eran cosas de una vida pasada. Porque ya pertenecían al mundo del pasado. Y quería vivir en el mundo del futuro.
No pensaba tampoco en lo que le dirían los demás. ¡Qué más les dará! Los demás son objetos del pasado. Había que olvidar el pasado. Había que olvidarse de los recuerdos. Y del perdón. No puedes perdonar cuando ya has olvidado. No puedes perdonar algo que no has hecho tú, porque has cambiado y no eres otra persona. Ahora no era el mismo ser humano que antes. Ya no podía perdonar.
Vaya, ojalá todos pudiéramos hacer ése tipo de pacto...
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